PRIVACIÓN ILEGAL DE LA LIBERTAD Y DESAPARICIÓN FORZADA DE LUIS VACA

Un recorte de prensa del Diario Hoy corrobora las detenciones: “Dos de los tres casos de desaparecidos denunciados por entidades de derechos humanos de Ecuador fueron localizados en el Centro de Detención Provisional de Quito. Javier Jarrín y Susana Cajas Lara, dados por desparecidos hace quince días, fueron conducidos al centro de detención. En cambio el tercer ciudadano, Luis Jácome, desaparecido junto a los anteriores no ha sido localizado porque se ha fugado de un recinto militar. Lo extraño del hecho, dijo el portavoz, es que previamente las autoridades militares de la provincia de Esmeraldas, habían negado la detención de estas personas”.

Cuatro días después, el 27 de diciembre de 1985, el Ministro de Gobierno Luis Robles Plaza, incluyó el nombre de Luis Vaca en una lista de 13 ecuatorianos que habrían sido “detenidos por la comisión de delitos comunes y entregados a la jurisdicción de los jueces competentes o eran prófugos de la justicia”. Sin embargo, no se especificó el tipo de delito cometido. Luis Vaca recuerda que la soledad hizo que las circunstancias sean aún más desesperantes. “Y a uno qué jodido es, solito qué jodido oye”. Por esos mismos días, cuenta que lo llevaron a la planta superior de la edificación. “Ahí ha sabido funcionar en esa época un estudio de fotografía; porque me metieron ahí, me tomaron fotos ha habido también una especie de mecánica para arreglar chapas, candados, de eso estaba hecho cargo un sargento Monroy, en esa época era sargento, uno de ojos azules era y yo estaba en esos cuartos”.

Incluso, el testificante remarca que Monroy era uno de los torturadores. Sobre esta nueva habitación, manifiesta que en ella había una cama, un baño y que tenía las ventanas pintadas por afuera y por adentro. En esos primeros momentos en la nueva celda, Luis Vaca recuerda que le realizaron una filmación. “Sin nada, sin venda ese rato. Ellos sin venda, encapuchados me filmaron. Que por qué estoy aquí, que cuál es la ideología del movimiento. Me imagino que era para mostrar, para dar los cursos. Para decir: ‘Vean ellos piensan así’ ”.

Si bien le cambiaron de celda, los maltratos continuaron. Afirma que lo utilizaron para confirmar versiones que entregaban otros detenidos de AVC. “Temporalmente me sacaban encapuchado al subsuelo a interrogarme cuando algún compañero de AVC caía”. Manifiesta que los primeros meses, después de su traslado a la planta superior, las investigaciones e interrogatorios se presentaban con frecuencia. Cuando se produjo la muerte de Fausto Basantes recuerda:

“Me presentaron la foto, este Monroy. Parece que no creo que le iban a retirar el cadáver, alguna cosa. Entonces estos manes no estaban tan seguros de que si era o no era. Entonces me mostraron la foto y: ‘Sí es’, dije. Entonces yo supongo que no iban a retirar el cadáver, alguna cosa. Entonces como que no estaban tan seguros. Eso me dio la sensación. Ahí le dije: ´Sí es él`”.

Añade que también le hicieron reconocer a otro detenido, se trataba del hermano de Marco Troya, David Alberto. “Creo que había estado de conscripto, sí, él también cayó; a él se le oyó”. Documentos de Inteligencia Militar confirman la captura de David Alberto Troya. Luis Vaca cuenta que en algún momento lo volvieron a pasar a las celdas del subsuelo: “Otra vez y me tuvieron ahí, tres días no les comí. Les dije: “No aquí, qué hago yo aquí”. Abajo semejante feo, oscurísimo, a vos te prendían la luz cuando ya alguien entraba, de ahí apagaban y es sótano oscurísimo”. Finalmente cuenta que un médico de la unidad lo sacó de aquella celda y lo volvió a subir. El doctor Fernando Ron extendió un certificado en el cual establece “que se encuentra en buenas condiciones generales”. Luis Vaca pasó más de dos años totalmente incomunicado y encerrado, mientras las autoridades negaban su detención. “A mamá le habían dicho que yo ni existo, se ha ido a reclamar y Robles Plaza le había manifestado: ‘Pero si ya ni existe nada’. O sea como que me habían borrado del Registro Civil o sea para que no, para que no reclamen”. Su vida solitaria en ese cuarto, según relata, era desesperante.

“Un día normal era: venían me dejaban el desayuno se iban. Cuando había música bueno siquiera eso calmaba, de ahí qué sabría estar. Creo que me armé de paciencia, al principio si era duro, les decía: Malos presten un crucigrama siquiera para matar el tiempo. Sabia estar caminando de un lado al otro, camina de un lado al otro, la comida ya ni les comía todo botaba al baño. O sea sin tener nada que hacer, solo esperando que amanezca y que anochezca lo mismo”. Manifiesta que en alguna ocasión sus captores se enteraron de que él fue uno de los miembros de AVC que viajó a Libia, ante lo cual intuyó que lo volverían a torturar e intentó suicidarse:

“me dio ganas de matarme porque ya no jalaba pues; ya me iban a torturar otra vez. Cojo la tabla de la cama, eran las tablitas de la cama, cojo una y le pongo entre la puerta del baño para que quede así media altita pues de una toalla que tenía le corte en pedacitos y le hice una soguita. ´Ahora me mato`, dije: Y no ha de creer yo que ya me cuelgo se rompe la tabla, y no se yo dije: ´Ojalá me aguante la toalla`, porque le tejí bien bonito la toalla y se rompe la tabla, esto quiere decir que yo no muero ya”.

Sin embargo del actual testimonio de Luis Vaca sobre su detención, el 29 de julio de 1986 los policía investigadores de varios casos de desaparición Víctor Apolo C., Edwin Martínez y mayor Rolando Roldán Pinargote mediante Parte Informativo al Jefe de la oficina de Investigación del delito de Pichincha manifestó que “se pudo constatar que no se encuentran registrados como detenidos en esta provincia [es decir Pichincha]”. De igual manera se solicitó información al jefe de la UIES, mayor de Policía Oswaldo Montalvo, el mismo que no dio respuesta. Incluso recuerda haber estado presente en el BIM cuando se dio el levantamiento de los comandos de Taura en enero de 1987.

“les llevaron a los de Taura allá. A mí me sacaron o sea me cogieron, me pusieron esparadrapo en los ojos, me metieron en un taxi y me llevaron; era más o menos a la entrada de Quito pasando ya Carapungo. Entre el puente que se desvía a Carcelén y Carapungo, por ahí. Antes había un aserradero porque se oía lo que trabajaban. Eso creo que era de los militares también. O sea tenían eso como casa, de torturas; pero bien alejado porque es una propiedad puro árboles y donde era el aserradero. Ya no es aserradero, pero todavía está la misma edificación”.

Cuenta que más tarde lo regresaron a la misma habitación en el Batallón de Inteligencia Militar, en Conocoto, “ya les han de ver acabado de sacar el aire a los de Taura pues, me regresaron”. Algún día, durante su desaparición forzada, Luis Vaca recuerda que su hermano también estuvo en las instalaciones de Conocoto. En aquella época, Edwin Vaca, su hermano, trabajaba en el Ministerio de Defensa y era cabo de Transmisiones:

“Estaba en eso para poder descodificar mensajes así y codificar mensajes, un día en el almuerzo  llega y me llama:

¡Alberto!…

-Si-, le digo. Qué pasa?

 -¿Estás bien?-.

-Sí, sí-, le digo.

Sí estoy bien”.

De alguna manera, la familia conocía sobre su estado. “Es él que le decía [se refiere a su madre] ‘-No se preocupe, si está bien’ ”. Alexandra Jarrín, cónyuge de Luis Vaca manifiesta:

“Una de las prioridades fue comunicarme con la prima e igual me dijeron que no saben nada, que nada de nada. Entonces yo me vine acá a Ibarra ya con mi hija, [hija de Luis Vaca] incluso para que la mamá le conozca y todo. Igual, que no saben nada, que no saben nada y yo te digo, yo tenía la espina de que sí saben porque decía: ‘están bien tranquilos’. Yo creo que sí saben porque para que estén así es porque saben”.

En el año 1986, Edwin Vaca desapareció. En informes de inteligencia militar se pudo localizar un reporte de investigaciones sobre el hermano de Luis Vaca, Edwin Ramiro donde se señala que “los días jueves 23, viernes 24 y lunes 26 de Enero de [1]986 se procedió a realizar una entrevista al CBOS. De TRS. VACA JÁCOME EDWIN RAMIRO”. El documento es firmado por el mayor de E.M Benjamín Silva y justifica la investigación bajo el argumento de que el nombre de Edwin Vaca apareció en 18 reglamentos militares, documentos encontrados en la casa de Consuelo Benavides el 15 de junio de 1984. El informe concluye que “Que su hermano Luis Alberto es quien debe haber tomado los reglamentos”; además añade: “El CBOS. VACA JÁCOME EDWIN R., durante las entrevistas demostró desconfianza y falta de colaboración”58. Edwin Vaca apareció muerto después de algunos días de su desaparición.

“Según el parte había sido de que le habían asaltado en la Ronda y que le habían ahorcado, al vomitar o sea como que se había ahogado había entrado eso a los pulmones algo así. Mamá había hecho todo y qué raro que ninguno de los compañeros supo donde vivía; porque mi mamá para ir al cuarto a retirar las cosas de mi hermano y nadie, nadie le dio [la dirección]. Mi hermano no se qué sabría, porque yo cuando salí me enteré que mi hermano se había muerto”.

Luis Vaca tiene su propia interpretación sobre la muerte de su hermano. Comenta que su familia siempre pensó en que se trató de un intercambio de vidas. “Muere mi hermano y me sueltan, para no tener testigos será. En mi casa sí pensamos de que fue un cambio”. Manifiesta también que durante la presidencia de Rodrigo Borja empezó a notar que la intención de sus captores era liberarlo. “Como ya no me necesitaban, se acordaron que yo todavía estaba ahí. Ya fue tarde, me parece a mí, en ese sentido se les fue la mano. Porque ya ganó Borja y ya medio fregado. Han de haber dicho y ahora a este cómo le hacemos; han de haber estado craneando o me matan o me sueltan”. Las sospechas de Luis Vaca se confirmaron cuando militares comenzaron a visitarlo: “se acercó un oficial con grado de mayor, éste siempre se colocaba una capucha para hablar conmigo. Me preguntaba qué voy a hacer si me liberan, si les voy a denunciar”. Afirma que siempre le respondía que Derechos Humanos iba a conocer su caso. Notó que por esos días por primera vez le permitieron salir al patio de las instalaciones para tomar algo de sol. Luis Vaca sostiene que la idea de sus captores era aducir que todo este tiempo él permaneció en otro país.

“Me sacaban al sol a que me queme; porque han tenido la nota de que yo he estado en las FARC, que he estado en Colombia. Entonces como que regresaba de Colombia, o sea que no he estado en ningún lado, no he estado guardado aquí sino en Colombia; porque cuando me dejaron en la casa me dieron unos pesos o sea para, esa ha sido la forma para decir que yo no he estado aquí en el Ecuador si no que he estado en las Farc”. Rubén Alemán Parrales, ex miembro de Inteligencia Militar, corrobora lo señalado por el testificante. En aquella época, Alemán era soldado raso y se dirigió hasta las instalaciones de Conocoto para “hacer un curso de contrainteligencia de seguridad”. Afirma que durante su estadía fue testigo de la desaparición forzada de Luis Vaca:

“Verá hay un señor de apellido Vaca, ese señor lo tuvieron por más de unos dos años, ese señor ya era pálido. Era un detenido y ese señor decían que era del Alfaro Vive. Yo no le vi la cara personalmente, pero yo lo veía que a él lo sacaban a coger sol, con gafas y puesto como esponja para que no vea y lo sabían hacer sentar solo en un patio, ahí lo hacían coger sol. Él no tomaba la sopa, solo comía el arroz porque tenía miedo de que le fueran a envenenar y decían: ´Tú sabes dónde te encuentras`; y decía: ´yo me encuentro más o menos por Sangolquí porque el avión sale en esa dirección y en esa dirección`. Yo no sé si lo mataron, lo desaparecieron; y ahí había un sargento de apellido Alarcón que le decían el diablo Alarcón, él era el encargado de la torturas”.

El 8 de diciembre de 1988 el sargento segundo Manuel Bermeo presentó un análisis en el que hace referencia a  la detención de varios ciudadanos entre ellos Obando Ayala Whashington Fernando (Luis Vaca) y la situación de cada uno de ellos, omitiendo información de éste. Según refiere Mario Apolo, militar retirado, en su testimonio a la Comisión de la Verdad, el Director de Inteligencia, Marcelo Delgado, emitió la orden de “que le preparemos para que salga [lo que consistía en] primero alimentarle bien que haga ejercicios, y básicamente fue en ese sentido e indicarle que ya tenía que salir”. A mediados de 1988, Luis Vaca fue liberado. Comenta que le entregaron ropa, le sacaron encapuchado y le trasladaron hasta la ciudad de Ibarra: “llegamos a las tres de la mañana, y me dejaron a media cuadra de la casa de mamá. Apenas me soltaron corrí, me dije: estos me vayan a disparar; de ahí golpeé la casa y para mala suerte mamá [no] encontraba las llaves. Oye qué desesperación; y mamá peor cuando le dije Alberto se puso mas nerviosa”.

Luego de la liberación, Luis Vaca relata que no salió de su casa por el lapso de aproximadamente seis meses. Y “a veces cuando salía, salía con toditos mis hermanos para que sean testigos, me vayan a matar”. Más tarde, Luís Vaca pudo contactarse con Alexandra Jarrín, su pareja y conocer a su hija, que había nacido durante su desaparición. Alexandra Jarrín comenta las angustias vividas durante la ausencia del padre de su hija:

«Entonces fue esos tres años una época o sea para mí fue bien dura porque dar a luz en prisión69 es horrible y sobre eso o sea sin saber si el padre de mi hija ¿Estará muerto, estará vivo? O sea es feo, es feo, y ese ambiente y todo. Porque yo para salir a dar a luz me hicieron un operativo tenaz, estaba una seguridad tenaz, tenaz, tenaz, con francotiradores alrededor, mi habitación pequeña y llena de policías. Entonces fue, algo duro, duro, duro.

Después de 8 años, el caso de secuestro y desaparición forzada de Luis Vaca llegó a la Misión Permanente de Derechos Humanos del Ecuador en Ginebra. Allí, a través del Oficio No. 4-1-284/96 solicitó que se realicen las investigaciones. El trámite pasó sin que las autoridades locales llegasen a esclarecer el hecho y se estableciera alguna sanción para los responsables.

…FIN

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