EL PROTOTIPO DE PRÍNCIPE MAQUIAVÉLICO. 

LOS BORGIA

Nacido en Roma en el año 1476, no es extraño que Cesar Borgia desde la niñez cargos y beneficios eclesiásticos: cuando él nació, su padre era cardenal y no tardaría en ser Papa. Precisamente cuando su padre, Rodrigo Borgia, subió en 1492 al trono de San Pedro con el nombre de Alejandro VI, Cesar, con 16 años, era nombrado arzobispo de Valencia, pero siguió residiendo en el Vaticano, donde alcanzó el capelo cardenalicio al año siguiente.

Aparte de distinguirse por meteórica carrera eclesiástica, la vida de Cesar Borgia, se caracteriza por una serie de acontecimientos, en muchos casos no muy bien aclarados, que han hecho de él un personaje tortuoso y, a veces, siniestro. Donde aparece su figura aparecen la intriga y el crimen, casi siempre al servicio de su ambición y poder: Un poder que hay que conseguir como sea. Así, cuando en 1497 muere su hermano Juan misteriosamente asesinado, el hecho se atribuye a Cesar, deseoso, según dicen, de ocupar el papel de Juan, encargado de defender los interesas de la familia Borgia en Italia, lo que significaba un enorme poder político. El año siguiente, cesar renuncia al capelo cardenalicio para dedicarse más abiertamente a la política. Estableció una alianza con Luis XII de Francia , enemigo de España y Nápoles, quien le concedió un ducado; mientras tanto, se casó con una princesa de Navarra, territorio asociado entonces a Francia. Con el apoyo francés, Cesar emprendió la conquista de la Romaña, una de sus ambiciones. Su padre, el pontífice Alejandro VI, que no era ajeno a la empresa, encima le colmó de nuevos honores.

Cesar se había ocupado entretanto de que su hermana Lucrecia casara en segundas nupcias con Alfonso de Nápoles, en 1498; entonces interesaba la alianza con Nápoles, dependiente del reino de Aragón. Dos años después, conseguido el apoyo francés, ya no. Y Alfonso fue asesinado; todos los indicios apuntan a su cuñado Cesar como instigador del hecho, con la aprobación de Lucrecia.

Con la ayuda de Francia, Cesar Borgia prosiguió sus campañas por el centro de Italia, tomando varias ciudades, participó en la expedición francesa contra Nápoles y luego, en 1502, conquistó Urbino, cuyo título ducal tomó. Era parte de buena parte de Italia cuando murió su padre en 1503; desgraciadamente para él, el sucesor de éste tuvo un breve reinado y accedió al Papado un enemigo de la familia: Julio II. Cesar fue detenido por orden del pontífice, que les obligó a devolver a la Iglesia todas sus posesiones; aunque posteriormente se refugió en Nápoles, aquí cayó prisionero del Gran Capitán, quien lo envió a España, donde estuvo encerrado hasta que se fugó a Navarra. Murió en 1507 en el transcurso de una batalla entre dos facciones navarras.

Dotado de gran inteligencia y de una ambición sin escrúpulos, al tiempo que de una gran cultura, Cesar Borgia llegó a causar la admiración de Maquiavelo, que se inspiró en la vida de Cesar para escribir su obra más importante, El Príncipe, tratado político-filosófico en el que se propugna la tesis de que «el fin justifica los medios».

Los Borgia eran una ilustre familia del Levante español que dio al mundo un santo: Francisco de Brogia, duque de Gandía, alto personaje de la corte de Carlos V.

De Francisco se cuenta que optó por el camino de la santidad al ver el cadáver descompuesto de la que había sido bellisima Isabel de Portugal. En cambio los Borgia que se afincaron en Italia, italianizando su apellido de Borja a Borgia a raíz de la coronación de Rodrigo Borgia como Papa, tienen en general una reputación de crueldad y corrupción difícilmente superable.

No solo Cesar, sino también Lucrecia ha tenido una leyenda negra que, por otra parte, nunca ha podido comprobarse, ya que más bien parece que fue un instrumento en manos de su padre y su hermano.

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