PRIVACIÓN ILEGAL DE LA LIBERTAD, TORTURA Y VIOLENCIA SEXUAL CONTRA MILITANTE DE ALFARO VIVE CARAJO, DETENIDA EN COSTA RICA.

Por otro lado, otras autoridades ecuatorianas tuvieron participación en las investigaciones realizadas a Rosa Mireya Cárdenas en el exterior. Este es el caso coronel Fausto Zurita, Agregado Militar, Naval y Aéreo del Ecuador en Panamá, quien elaboró un informe sobre las investigaciones a la militante de AVC y lo remitió al Jefe de Inteligencia del Ejército ecuatoriano.

El 25 de agosto de 1984, cuando llevaba ya siete días detenida, una mujer joven le ayudó a vestirse, pues estaba muy débil. Fue conducida en auto ante la presencia del Procurador de la Nación, Odilón Méndez Ramírez: “era un día sábado en que la oficina estaba cerrada y él se encontraba sólo, parecía que nos esperaba. Yo le hice una narración de todo lo que me pasó, que me mantenían incomunicada bajo tortura, le pedí que me envíe a Nicaragua, le dije que tenía el pasaje para allá; pero este señor no me hizo ningún caso y redactó un documento en el que decía que yo solicitaba regresar a Ecuador, lo que era mentira. Me obligaron a firmar amenazándome que si no lo hacía me iban a regresar a la misma casa. Luego que firmé este documento me condujeron de regreso a la casa en la que me torturaban, diciéndome que íbamos a recoger la maleta para ir al aeropuerto”.

El documento de la Procuraduría de los Derechos Humanos de Costa Rica señala que Rosa Mireya Cárdenas

“1.- Se encuentra a la orden del Departamento de Migración y que será deportada en horas de la mañana del próximo sábado veinte y cinco del presente mes, hacia Quito, República del Ecuador; 2.- Que a pesar de tener problemas de orden político-legal en su país, solicita ser remitida a él; y 3.- Que una vez en su país espera resolver sus problemas a nivel del sistema jurídico vigente. La compareciente solicita a la Procuraduría de Derechos Humanos comunicarse por vía telefónica y Télex con la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos del Pueblo de Quito, Ecuador, a fin de informarle su llegada al país y en la condición en que regresa”.

Aquel documento, al que fue forzada a firmar, también consta con la rúbrica de Manuel Sanabria Elizondo y Geovanni Bonilla Goldoni, autoridades costarricenses. Ese mismo día por la tarde, antes de salir de esa casa “me obligaron a tomar un café y me llevaron al aeropuerto en un auto los dos agentes que estuvieron desde el comienzo los dos me condujeron hasta el interior del avión, me escoltaron hasta el asiento y hablaron con la azafata, era la aerolínea comercial de Costa Rica  no pude comer ni en el avión, estaba totalmente perturbada, tenía miedo, no quería regresar al Ecuador, no pude hablar con nadie, yo sabía lo que me esperaba; pero no tenía fuerzas para gritar, no converse con nadie  ni siquiera pude dormir ”.

Al arribar en la noche del 25 de agosto al aeropuerto Mariscal Antonio José de Sucre de la ciudad de Quito, fue interceptada por “un hombre mayor vestido con traje que me tomó del brazo, me dio un beso en la mejilla y me dijo al oído que no hiciera nada y bajara tranquila que él era el Ministro de Gobierno Luis Robles Plaza”. Inmediatamente fue conducida a la dependencia de Seguridad Política en donde un médico le realizó un chequeo rápidamente y su informe recogió algunas señales superficiales de lesiones.

Rosa Mireya Cárdenas fue sometida a constantes interrogatorios. Permanecía con la misma ropa con la que fue detenida en Costa Rica. Fue objeto de insultos, se evitó que durmiera por la noche, le infligieron golpes y le sometieron a descargas eléctricas en la cabeza, mientras le mostraban fotografías para que reconociera a sus compañeros de militancia de Alfaro Vive Carajo.

El 26 de agosto de 1984 le dieron café con un pan y le permitieron ir al baño. Entonces se le informó que era reclamada por Inteligencia Militar por traición a la patria. Inmediatamente fue encapuchada y conducida a un sitio que identificó como un cuartel, porque el ruido de gente haciendo ejercicios le alertó. Se trataba del Batallón de Inteligencia de Conocoto, en donde permaneció bajo el control de elementos del Ejército hasta el 28 de agosto. En ese cuartel fue conducida hacia “un sótano y la puerta tenía una pequeña ventanilla la que abrían cuando llegaban a verme y por abajo [de la puerta] había un espacio [por donde] me pasaron un plato con comida maloliente, con una carne cruda. Había un tarro para usar como letrina y el tamaño de la celda era como de dos metros por uno de ancho y no había cama, permanecí despierta hasta que luego vinieron para empezar el interrogatorio. Cuando iban a abrir la puerta se escuchó el ruido del cerrojo, gritaron que me ponga la capucha, yo alcancé a mirar por la ventanilla me sacaron de esa celda y me llevaron a otro cuarto. Cuando ya estaba frente a ellos -no sabía cuántos eran, pero eran varios- me ordenaron que me quite toda la ropa. Después me colocaron alambres enrollados en todos los dedos de las manos y de los pies, me echaron agua fría y pasaron electricidad por los alambres. Con el impacto de la electricidad yo me caía sentada, me levantaban agarrándome duro de los brazos y continuaban con una serie de preguntas sobre Arturo Jarrín, yo sabía que estaba preso en el Penal, pero yo les decía que no les conocía [preguntaban] sobre los libios y los nicaragüenses”.

Horas más tarde fue llevada nuevamente a la celda donde le lanzaron la ropa y cerraron la puerta. Empezó a perder la noción del tiempo y logró dormir por causa del agotamiento. El mismo procedimiento se repitió incontables veces, por varias horas. Recibió golpes en la cabeza y la espalda, así como puntapiés en las piernas y brazos. Momentos después le sacaron los alambres y la dejaron sentada en una silla, con un hombre parado a su lado, quien empezó a acosarla.

“Me botó de la silla y en el piso se tiró encima mío, me sostuvo y me violó. Yo no tenía fuerzas para impedirlo, luego me llevó de regreso a la celda, me dijo que yo era un monstruo, que no era hombre ni mujer, me dejó ahí desnuda, cerró la puerta y se fue, yo sentí que la tortura se estaba terminando, que a pesar de todo les había vencido”.

El testimonio de un ex oficial militar del Ejército Nacional ante la Comisión de la Verdad revela nombres de los responsables de las investigaciones a Rosa Mireya Cárdena en las instalaciones del BIM.

“Sí. Hablemos de un caso: llegaba Mireya Cárdenas; entonces, el Comandante me decía: ´Vea un grupo de investigadores de la escuela que están haciendo el curso, para que le interroguen a la señorita. Organice grupos para toda la noche`. Entonces, se organizaban cuatro grupos y eran los que realizaban el interrogatorio.

– ¿Nos podría confirmar si el Suboficial Manosalvas era parte de este grupo?

– Sí, el “Gato” Manosalvas le decían. ¡Cómo no!”.

En cuanto al resto de integrantes, el testificante añade: “Todo ese grupo eran los responsables de todos esos detenidos. Él Manosalvas era el brazo derecho de este Capitán Rodríguez Yaguachi y de este William Montenegro. Con ellos eran los operativos y, lógicamente, con su Comandante del CIQ, que era el Capitán Nelson Enríquez”.

Posteriormente abrieron la celda y un hombre con pasamontañas le gritó que se pusiera la capucha; entró alguien que se identificó como médico, le revisó los signos vitales y le dijo al encapuchado con tono imperativo que debían parar. Rosa Mireya Cárdenas firmó una confesión bajo tortura. La siguiente ocasión en que fue sacada de la celda le “condujeron afuera del edificio me llevaban entre dos hombres, uno de cada brazo, y cuando se detuvieron yo sentí que alguien estaba al frente mío y pensé que me iban a fusilar. Les dije que quería ver al que me iba a matar, me levantaron la capucha y lo que vi fue a un hombre con una cámara de fotos, se rieron y se burlaron, rápidamente tomó la foto y me volvieron a bajar la capucha. Luego me condujeron a un vehículo después de poco tiempo se detuvieron y me pasaron a otro vehículo con otros agentes. Este carro salió a toda velocidad. Cuando se detuvieron me bajaron del carro y me di cuenta que estaba afuera del Penal García Moreno ”.

Fue ingresada al Centro de Detención Provisional (CDP) que funciona en instalaciones contiguas, formalizando recién la orden de detención. En esas circunstancias, no podía caminar y ellos la sostenían, le quitaron la capucha y mientras permanecía sentada en un sillón esperando que hicieran el trámite de ingreso, uno de los agentes hizo una llamada telefónica y dijo: “José Sandoval se reporta, a la detenida la hemos entregado sin ninguna novedad”, era el 28 de agosto de 1984.

Un documento del Departamento de Estado de los Estados Unidos recoge del testimonio de Rosa Mireya Cárdenas el hecho de que mientras estaba en el Penal García Moreno, el 30 de agosto de 1984, recibió un ramo de rosas con una tarjeta del Presidente León Febres Cordero, deseándole “una pronta recuperación” e instándole a que hable. Paralelamente, Inteligencia del Ejército continuaba sus investigaciones en el exterior como se desprende de un documento militar, firmado por el general de brigada César Samaniego, que da cuenta de que en septiembre de 1984 el señor Olmedo Alfaro había sido investigado en Panamá sobre el movimiento Alfaro Vive Carajo. Se puede leer lo siguiente:

“DE: JEFE DEL DEPARTAMENTO DE INTELIGENCIA DEL EJÉRCITO PARA. SR. TCRNEL. E.M. AGR. ESC. INT. MILITAR EN: CONOCOTO que se relaciona con una entrevista realizada por el Señor Agregado Militar, Naval y Aéreo del Ecuador en la República de Panamá al señor Olmedo Alfaro”.

Rosa Mireya Cárdenas continuaba detenida y por ello un grupo de militantes de Alfaro Vive Carajo, en el mes de septiembre, se tomó la embajada de Costa Rica en Quito y entregó una proclama exigiendo su liberación. Como resultado de esta acción fue movilizada del CDP a una celda de máxima seguridad en la que la mantuvieron hasta enero de 1985.

En cuanto a la defensa legal, el 23 de agosto de 1984 su defensor interpuso ante la Alcaldía de Quito, en la administración de Gustavo Herdoiza León, un recurso de Habeas Corpus para lograr su liberación, estableciendo para el 26 de agosto de aquél año la realización de la correspondiente audiencia. Sin embargo, el recurso fue negado por el indicado alcalde y entre otras fuentes que dan cuenta del hecho, es revelador señalar otro documento del Departamento de Estado que se refiere a esta situación:

“El 28 de noviembre, el alcalde de Quito, Gustavo Herdoiza, negó la petición de Habeas Corpus pedida por el abogado de Rosa Cárdenas Hernández, miembro del grupo terrorista Alfaro Vive (AVC). Cárdenas fue detenida en agosto pasado en Costa Rica, y posteriormente repatriada a Ecuador, donde ha estado bajo custodia (Quito 7946 nota). De manera informal, la Embajada había avisado la decisión de Herdoiza.

CONTINÚA…

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